Seguro que has oído hablar alguna vez del aquaplaning, pero ¿sabes en qué consiste y como afecta a tus neumaticos? Se trata, en realidad, de un fenómeno peligroso que pone en riesgo tu seguridad y la de todos.
Consiste en una pérdida gradual de contacto entre las ruedas y el firme de la calzada como consecuencia de que una fina capa de agua —de unos dos milímetros— se introduce entre ambas.
Este fenómeno se produce, sobre todo, cuando circulamos a demasiada velocidad, tanta que el agua no puede ser desalojada con la rapidez debida por el frontal de cada neumático, ni expulsado a través de sus dibujos. La rueda, de este modo, queda levantada de la superficie de la calzada.
¿Cuáles son sus inquietantes consecuencias? La distancia de frenado aumenta enormemente y, además, perdemos control sobre la dirección del vehículo. Es decir, aumenta el riesgo de accidente.
Prevenir con tus neumaticos
La principal medida de prevención que debes adoptar sobre la carretera, si existe riesgo de aquaplaning, es moderar la velocidad. Asimismo, resulta esencial contar con unos neumáticos en perfecto estado, con una profundidad de los dibujos no inferior a 3 mm y con la presión óptima, según la recomendación del fabricante.
Antes de salir a la carretera debemos chequear, siempre, estos aspectos y asegurarnos de contar con un juego de ruedas en perfecto estado.
Lo cierto es que, cuando el aquaplaning se produce, poco podemos hacer salvo mantener la calma y sujetar con firmeza el volante. Resulta fundamental no acelerar, frenar ni girar, porque las posibilidades de deslizamiento del vehículo aumentan exponencialmente.
El procedimiento a seguir es agarrar fuerte el volante y permanecer atentos para poder reaccionar según el agua dirija nuestro coche. Si ves que puedes sufrir un impacto, tendrás que prepararte para ello.
En cualquier caso, si llevas los neumaticos idóneos y conduces con cautela, este riesgo disminuirá notablemente.
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